Xataka – China sigue elaborando planes quinquenales al viejo modo comunista. Objetivo: autosuficiencia tech
Hablemos de planes quinquenales. Alekséi Grigórievich Stajánov no tenía ni idea, pero su exagerada productividad acabó liándola parda. En 1927 comenzó a trabajar en la mina de Tsentrálnaya-Írmino y se dio cuenta de que aquello se le daba bien.
De hecho, se le daba mucho mejor que a los demás. En agosto de 1935 aplastó el récord de productividad de la mina y extrajo 102 toneladas de carbón (14 veces su cuota) en cinco horas y 45 minutos. Días después volvió a aplastarlo y extrajo 227 toneladas.
Se convirtió en un héroe para los trabajadores socialistas —además de aparecer en la portada de la revista Time— y de aquello se derivó el estajanovismo, que propugnaba el aumento de la productividad laboral basado en la propia iniciativa de los trabajadores.
A Stalin aquello le vino que ni al pelo: la Unión Soviética estaba ya totalmente inmersa en su segundo plan quinquenal con un objetivo claro: la industrialización frenética del país a base, cómo no, de intentar convertir a todos los trabajadores en nuevos Stajánov. Y de aquellos planes quinquenales acabamos pasando a otros.
China se apunta a los quinquenios
Aquella idea de los planes quinquenales acabó siendo utilizada por China que comenzó a aplicarlos en 1953 —con la ayuda de la antigua Unión Soviética— y que los ha mantenido hasta ahora. De hecho el gigante asiático ha debatido estos días cuál será su 15º Plan Quinquenal y el foco es claro: la autosuficiencia tecnológica.
El Comité Central del Partido Comunista de China publicaba el jueves un comunicado en el que lo dejaba claro. Su objetivo era el de «incrementar en gran medida» la capacidad de autodependencia, y en ese plan hay claros frentes para el futuro a medio plazo del gigante asiático:
- Impulsar la I+D en tecnologías críticas como los semiconductores, la robótica, la computación de alto rendimiento y, cómo no, la inteligencia artificial.
- Construir un «sistema industrial moderno» que permita reducir la dependencia de componentes, equipos y conocimiento extranjeros.
- Fomentar el mercado interno como pilar del crecimiento y reducir la exposición a posibles impactos del modelo exportador
- Integrar el desarrollo tecnológico con la seguridad nacional: la autosuficiencia no solo tiene sentido económico, sino geopolítico.
Este plan quinquenal es claramente consecuencia de los tiempos que vivimos: la guerra comercial con EEUU que se inició hace años ha marcado el aparente fin (al menos, parcial) de la globalización, y ahora tanto unos como otros buscan lo mismo: no depender de otros.
El nuevo plan quinquenal de China va precisamente en esa dirección, y tiene un impacto claro tanto para ese país como para el resto del mundo. Por un lado, se plantea una mayor inversión estatal en sectores estratégicos y un mayor intervencionismo (hola, Sr. Trump). Por el otro, ese movimiento puede reducir la demanda china de tecnología extranjera, exacerbando la rivalidad tecnológica con EEUU pero quizás abriendo nuevas oportunidades de colaboración con otros países.
Si tiene éxito, el plan quinquenal chino puede estabilizar el crecimiento frente a posibles amenazas externas, pero si se prioriza demasiado la autosuficiencia, se podría descuidar la apertura y competencia internacional, lo que podría frenar la innovación o generar empresas menos eficientes.

Fuente: Bloomberg
Y hay otro problema: como señalan en Bloomberg, China es el gran exportador mundial, precisamente porque su consumo interno es insuficiente: producen mucho más de lo que necesitan. La contribución de las exportaciones en el PIB del país es cada vez mayor, pero el consumo se ha estancado o cae.
Todos los detalles del plan quinquenal definitivo se publicarán en marzo, y en ellos se intensificará el foco en todo lo referente al ámbito tecnológico. Ese esfuerzo, que se inició tras aquel primer veto de la administración Trump a Huawei, parece estar dando frutos prometedores para China, que se está convirtiendo en una máquina arrolladora de innovación tecnológica. Ese ritmo no frenará.
Alekséi Grigórievich Stajánov probablemente estaría orgulloso.
Imagen | Partido Comunista de China
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Javier Pastor
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