Xataka – Las casas construidas sobre el mar son parte de la identidad de EEUU. Hasta que el cambio climático comenzó a engullirlas
Cabo Hatteras, en Carolina del Norte, tiene un problema. El Atlántico está devorando sus casas. Literalmente. Durante años los chalés elevados sobre pilotes y construidos en el litoral fueron una de sus estampas más emblemáticas, pero su posición privilegiada se ha convertido en una trampa a medida que sube el nivel del mar y se suceden huracanes como los que golpearon la zona hace unos días.
El resultado: ocho casas derribadas en tiempo récord.
¿Qué ha pasado? Que los huracanes Humberto e Imelda han dejado una estampa poco habitual en los Outer Banks, la cadena de islas que cubre gran parte de la costa de Carolina del Norte, en el litoral atlántico de EEUU, donde se sitúa el Cabo Hatteras National Seashore. Hace poco la virulencia del oleaje arrasó ocho casas de la zona, haciendo que se desplomasen en cuestión de unos días.
El martes 30 de septiembre el temporal tumbó cinco viviendas en menos de una hora en Buxton (Cabo Hatteras), la sexta se derrumbó esa misma noche entre olas de varios metros, la séptima corrió una suerte similar el primer día de octubre y la octava no aguantó mucho más. Las construcciones estaban desocupadas.
¿Por qué es importante? Más allá de lo chocante que resulta ver viviendas barridas por las olas, lo ocurrido en la costa de Carolina del Norte es interesante por varias razones. Para empezar porque no se trata de casas al uso. Como puede verse en los vídeos y fotos divulgados por CBS, AP, BBC o NBC las edificaciones eran casas similares a palafitos, sostenidas sobre pilotes de madera descubiertos. De ahí que sean una pieza inconfundible del paisaje de zonas como Rodanthe.
¿Son las primeras que caen? No. Y esa es la segunda razón por la que lo ocurrido en los últimos días en Outer Banks es mucho más que una curiosidad o una desgracia achacable a dos huracanes virulentos. Llega una búsqueda rápida en la hemeroteca para encontrar noticias similares: dos casas sobre pilotes de madera derrumbadas en septiembre de 2024 en Rodanthe, otra más en noviembre en la misma comunidad, otra demolida en 2023 precisamente por la amenaza del oleaje del Atlántico… la lista sigue y sigue hasta sumar más de una decena de casos.
USA Today calcula que desde mediados de 2020 se han perdido al meno una veintena de casas en el conjunto de los Outer Banks. Dato muy similar maneja The Washington Post, que asegura que durante los últimos cinco años 17 edificaciones se han desmoronado solo en Rodanthe y Buxton, una lista que podría no tardar en ampliare, ya que hay otras casas que están también en una situación precaria.
«Se está convirtiendo en algo habitual», se resigna Rob Young, director de un programa centrado en los estudios costeros de la Western Carolina University. «No es un problema de aquí. Hay viviendas al borde del colapso en muchos lugares».
¿Por qué se caen? En el caso de las casas desplomadas en los últimos días el desencadenante final fueron los huracanes Humberto e Imelda, pero en realidad el problema es más amplio. Su posición, la naturaleza arenosa del terreno pero sobre todo la intensificación de las tormentas y el aumento del nivel del mar causado por el cambio climático las está dejando en una situación complicada. El motivo: la erosión en la costa, un fenómeno que ya se deja sentir en Rodanthe y Buxton.
¿En qué les afecta? Como recordaba el año pasado en X el arquitecto Pedro Torrijos, el Cabo Hatteras es ya de por sí una lengua de tierra tan estrecha que es difícil no edificar cerca de la costa, pero es que en los últimos 40 años la erosión ha actuado de tal forma que hoy hay casas que han quedado prácticamente encima del mar. Y eso es un problema. Los pilotes que antes estaban rodeados de dunas ahora quedan en ocasiones cubiertos por el océano, afectando a sus cimientos.
En 2024 el Departamento de Calidad Medioambiental del estado publicó un informe que concluye que de casi 8.800 estructuras levantadas frente al mar en Carolina del Norte, 750 están en una situación delicada por la erosión.
¿Qué dicen las autoridades de EEUU? Son conscientes del problema, están controlando las casas que ceden y exploran soluciones.»Son típicas casas elevadas de estilo costero, situadas sobre pilotes, con entrada de hormigón, estacionamiento y sistema séptico. Muchas propiedades privadas adyacentes a Rodanthe, que antes contenían terrenos para patios, dunas y arena seca, se cubren parcial o totalmente con agua de mar con regularidad», reconoce el Servicio Nacional de Parques.
«Durante los fenómenos meteorológicos severos, las viviendas privadas frente al mar y en zonas vulnerables se ven azotadas por fuertes vientos y grandes olas, lo que ha provocado el derrumbe de viviendas en los últimos años», reconoce el organismo, que ha contado 21 casas derrumbadas desde 2020 en Seashore.
¿Y cuál es la salida? Buena pregunta, difícil respuesta. Hay quien ha optado por elevar sus casas o incluso alejarlas para dejarlas a salvo de las olase (de momento), pero no es una solución barata y además el tiempo corre en su contra. Otra opción es que las autoridades se encargue de ellas, aunque tiene sus puntos débiles: hace dos años el Servicio de Parques adquirió dos casas de Rodanthe para demolerlas y abrir así una zona de acceso público a la playa. Le costaron 700.000 dólares.
Imágenes | Cape Hatteras National Seashore (Flickr) y National Park Service
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La noticia
Las casas construidas sobre el mar son parte de la identidad de EEUU. Hasta que el cambio climático comenzó a engullirlas
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Xataka
por
Carlos Prego
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