Xataka – El enemigo microscópico: los rábanos confirman la entrada de nanoplásticos en la cadena alimentaria

El enemigo microscópico: los rábanos confirman la entrada de nanoplásticos en la cadena alimentaria

Convivir con los microplásticos parece ya la nueva normalidad en nuestra alimentación. Ya los vemos en cosas tan cotidianas como el agua embotellada o de grifo, pero también ya dentro de nuestro organismo como en la leche materna o los propios testículos. Ahora los investigadores, que siguen muy centrados en la cadena alimentaria, han querido analizar su presencia en los cultivos y ha dejado claro que el problema es más serio de lo que pensábamos. 

El estudio. Publicado en la revista Envionmental Research, los investigadores han utilizado una técnica de radiomarcaje para demostrar, por primera vez de manera cuantitativa, que los nanoplásticos no son solo absorbidos por las plantas, sino que viajan a través de ellas hasta acumularse en las partes que nos comemos. Y los resultados, obtenidos con rábanos, con una llamada de atención ante un problema de seguridad alimentaria muy importante. 

El marcaje. El principal desafío que tiene estudiar los nanoplásticos en tejidos biológicos es distinguirlos del material orgánico que los rodea. Para superar este obstáculo, un equipo de científicos de la Universidad de Plymouth en Reino Unido, sintetizó nanoplásticos de poliestireno y los «marcó» con un isótopo radioactivo: cal famoso carbono-14

De esta manera se permitió hacer un seguimiento exacto del movimiento que sigue el plástico por el interior de la planta. Y justamente el material es más común en los suelos agrícolas. 

Diseño. El experimento se diseñó de forma meticulosa para evitar cualquier tipo de contaminación superficial. Para ello se utilizaron rábanos por su rápido crecimiento y su gran raíz carnosa (la parte comestible), que se introdujeron en un sistema hidropónico con una solución nutritiva líquida en lugar de estar en su hábitat normal que es la tierra. 

Aquí es donde está la clave: solo las raíces finas y no carnosas estuvieron en contacto con el agua que contenía los nanoplásticos. De esta manera, la parte comestible y los brotes nunca estuvieron en contacto con el medio contaminado. 

A partir de aquí se dejó durante cinco días a los rábanos para que absorbieran la solución y posteriormente analizarlos para comprobar si los nanoplásticos (que emiten radiación) habían sido absorbidos y qué camino iban a seguir. 

Resultados. Tras el paso de estos cinco días, se detectó radioactividad en toda las partes de la plata que habían estado expuestas, por lo que se demostraba la absorción y el transporte de los nanoplásticos. En total, los rábanos consiguieron retener casi el 5% de los nanoplásticos que había en el agua y de estos, el 65% se quedaron en las raíces no carnosa (el punto de entrada). 

Pero lo alarmante llega cuando en la parte que sí es comestible se encontró una concentración del 25,5% de los nanoplásticos que la planta había absorbido y transportado a esta zona. Incluso los brotes y las hojas, la parte más alejada, llegaron a acumular casi el 10% del total absorbido. 

Qué significa. Este hallazgo demuestra que los nanoplásticos de poliestireno son capaces de cruzar la banda de Caspary, una capa de células impermeable que funciona como una barrera protectora en la raíz de la planta, diseñada precisamente para impedir el paso de sustancias no deseadas al sistema vascular. Una vez superada esta barrera, los nanoplásticos tienen vía libre para distribuirse por el resto de la planta.

Por qué es importante. Estos resultados abren una vía directa y cuantificable para la exposición humana a los nanoplásticos a través de la dieta. A diferencia de los animales, que tienen mecanismos de excreción rápidos (como las heces o la orina) para eliminar parte de los contaminantes, las plantas carecen de estos sistemas. Esto las convierte en potenciales «sumideros» de nanoplásticos, acumulándolos a lo largo de su vida.

Y para los humanos, el hecho de que estas partículas sean tan pequeñas hace que puedan difundir nuestras barreras biológicas y entrar en el organismo para circular por el torrente sanguíneo. Aunque todavía quedar por saber los efectos que tienen estos microplásticos en nuestro organismo, algo que de momento sigue en estudio para conocer exactamente su distribución por todo el organismo. 

La investigación futura deberá explorar si otros tipos de plásticos se comportan igual, cómo afecta el tipo de suelo a la absorción y qué ocurre en ciclos de cultivo más largos. Pero la puerta ya ha sido abierta: los plásticos más pequeños ya no solo contaminan nuestros océanos y aire, sino que han encontrado un camino para colarse silenciosamente en nuestra comida, desde la raíz.

Imágenes | Teslariu Mihai Marc Pell 

En Xataka | Te limpian la sangre de microplásticos por 11.500 euros: la startup que capitaliza nuestro miedo a un enemigo invisible


La noticia

El enemigo microscópico: los rábanos confirman la entrada de nanoplásticos en la cadena alimentaria

fue publicada originalmente en

Xataka

por
José A. Lizana

.