Xataka – Aprender a programar vía FP o cursar Ingeniería Informática: entre el sentido práctico y la visión holística

El principio del verano es la época del primer Maxibon del año, y en 2021, de cuadrar las citas para la campaña de vacunación; pero también, para la mayoría de estudiantes que terminan la ESO o el Bachillerato, de acabar de decidir qué quieren ser de mayores y qué estudios van a elegir para encaminarse hacia ello. También para, en general, los que aspiran a dedicarse a la informática, a la programación, al desarrollo. Aunque ya no cumplan los cuarenta y hayan decidido reinventarse.

Una de las grandes bifurcaciones para este grupo es si entrar en la universidad para cursar una ingeniería o si decantarse por la Formación Profesional. En el imaginario colectivo se suele hablar de que la FP tiene una vocación muy práctica, mientras que la Ingeniería Informática es más general y teórica, así que suelen aterrizar mejor preparados para el barro desde el primer día los de FP. Si se puede hacer difícil dar una respuesta clara sobre qué opción es la más indicada, con 18 años la incógnita es del tamaño del Summit. Hemos hablado con profesionales del recruiting de programadores para tratar de hacerla un poco más pequeña.


Diferencias a corto y largo plazo

David Bonilla es el fundador de Manfred, la empresa de recruiting adquirida en 2020 por el grupo tecnológico Sngular. Es uno de los grandes referentes nacionales en este ámbito, y según él, la gran diferencia entre estas dos vías estriba en el diferente aprendizaje que plantea cada una de ellas desde su base.

«La Formación Profesional está más orientada hacia la parte práctica, a trabajar, mientras que la universidad está algo más orientada al conocimiento, a investigar. La carrera te da una visión de más alto nivel que es muy útil en muchas ocasiones. Te enseñan hasta Física, por si tienes que hacer circuitos. En FP enseñan contenido más concreto y práctico, lenguajes de programación más actuales… Mi impresión es que la FP tiene más cintura que la universidad», dice en referencia a la capacidad para actualizar temarios y ramas de aprendizaje con mayor velocidad.

«La universidad forma ingenieros, gente para estar potencialmente a cargo de todo un proyecto informático. Te dan hasta clases de economía. La realidad del mercado es que no puede haber más gente formándose para ser jefes que para ser indios», continúa David. «Luego mucha gente sale de la carrera y se enfrenta a una situación laboral que no se corresponde».

En el curso 2018-2019 había algo menos del doble de matriculados en los diferentes módulos de Formación Profesional de la rama informática (Desarrollo de Aplicaciones Web, Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma, Sistemas Microinformáticos y Redes…) que en Ingeniería Informática: unos 97.000 frente a 56.000.

No obstante, para Bonilla, el verdadero debate es otro. «En este sector va todo tan rápido que este debate está caduco. El debate que subyace es el de formación reglada vs formación no reglada», dice en referencia a figuras cada vez más habituales, como MOOCs, bootcamps… «Es lo que vemos ahora, ese es el debate actual». Al no ser un sector regulado donde se exigen títulos, como en Medicina o en Arquitectura (ese también sería otro debate), el mercado laboral suele pagar talento y conocimiento, no diplomas.

Un buen ejemplo lo encontró Santiago Cabaleiro, Responsable del Valor Personas en Velneo, plataforma española para programar software empresarial. Llegó a sus oficinas un programador venezolano que no había terminado la carrera en su país. «Nos dio igual. ¡Era un programador brillante! Un crack, yo lo quería. Me da igual que alguien venga de FP o de Ingeniería, o que ni siquiera haya acabado la carrera. Lo que queremos es contratar a gente con talento».

Sobre las diferencias de la discordia entre FP y universidad, coincide con Bonilla: «El de la universidad viene con una base más teórica, y el de FP con otra base más orientada a programar desde el principio. Somos poco de ‘titulitis’, lo crítico es el bagaje demostrado. Nos fijamos mucho en la curiosidad y en las ganas de aprender de cada uno». En un sector donde un lustro es una eternidad en cuanto a cambios en el mercado laboral, en los lenguajes de programación y en el contexto tecnológico, pensar en hacer una carrera profesional sin refrescar lo aprendido en los años de estudiante es poco menos que una ilusión.

Grado Superior: Desarrollo de Aplicaciones Web (primer curso)

1º Grado en Ingeniería Informática (UPM)

Lenguajes de marcas y sistemas de gestión de información

Fundamentos físicos y tecnológicos de la informática

Sistemas informáticos

Lógica

Bases de datos

Matemática discreta I

Programación

Álgebra lineal

Entornos de desarrollo

Programación I

Formación y orientación laboral

Programación II

Interacción persona – ordenador

Cálculo

Probabilidades y estadística I

Sistemas digitales

Administración y gestión de empresas

«Todos los auténticos cracks que conozco tienen una alta dosis de autodidactas»

En cuanto a la vía reglada frente a la no reglada, Santiago considera que «todos los auténticos cracks que conozco tienen una alta dosis de autodidactas, de aprender por su cuenta. Eso para mí es súper positivo, demuestra que ha tenido curiosidad, ha sido capaz de gestionar su propio aprendizaje, se ha adaptado… Valoramos mucho eso. Incluso quienes aprenden ya no solo lenguajes, sino metodologías, como Scrum. Eso suma muchísimo». Con una sociedad que observa al teletrabajo más que nunca, haber demostrado una alta dosis de autonomía y de capacidad para sacar el trabajo adelante sin necesitar jefes vigilando es un asterisco verde en el curriculum.

Otro que no cree en la titulitis es Daniel Ramos, confundador de Corunet, compañía dedicada al desarrollo de software enfocada en grandes empresas. «Tenemos en cuenta lo académico, pero nunca es determinante. No cerramos puertas por falta de una titulación. Lo que sí requerimos es una alta cualificación por el tipo de clientes que tenemos: programación avanzada, análisis, etc. Pero no es determinante el título. Un universitario sí es cierto que se le suele notar en su base, que es mayor, al haber estudiado durante al menos dos años más que alguien de FP, cuyo poso suele ser menor pero tiene una orientación muy práctica. El universitario tiene más base».

En Corunet hay más ingenieros que FP en plantilla, pero afirma Daniel tener «buenas experiencias en ambos casos», y subraya que «lo más importante es la actitud con la que la gente encara el trabajo«. Este matiz es una constante en las conversaciones que desde Xataka hemos tenido con los empresarios o responsables de la contratación que aparecen en este reportaje: en un entorno como el de la programación, donde durante los treinta o cuarenta años que dura una carrera laboral puede haber tantos cambios como los ha habido desde 1980 hasta hoy, ser capaz de formarse continuamente es canónico.

«Las empresas queremos gente que resuelva, que entre en la empresa y entienda y respete sus valores. Decimos que una cosa es la gente buena y otra es la buena gente, para nosotros lo primero es ser buena gente. Y el quid está en las experiencias vitales que hemos tenido. Cuando vemos que una persona se ha buscado la vida, por ejemplo siendo reponedor o socorrista en verano… Para nosotros, esas señales son interesantes en un curriculum. Cada persona es un mundo, quizás alguien estudió un módulo porque su familia no se podía permitir una carrera, tantos años estudiando, etc. Otras veces se es demasiado joven para elegir qué estudiar y hay que reinventarse después. Tenemos hasta gente que venía de otro país, como un chico de Venezuela que ni siquiera tenía la titulación convalidada, pero cuando vimos que era buena gente, con muchísima capacidad… Lo metimos en la empresa. No debemos encasillar a nadie porque pertenezca a una cosa o a otra, lo importante es cómo resuelva», concluye Daniel.

A esta percepción unánime hasta ahora, en la que se busca talento sin dar apenas o ninguna importancia a si viene de Ingeniería o de FP, se suma Isabel Rodríguez, Directora de Desarrollo de Negocio en Autentia, empresa de desarrollo de software e implementación de metodologías ágiles.

«Escogemos el talento independientemente de su trayectoria académica. No depende tanto de si alguien viene de FP o de universidad como de la forma de ser de esa persona, de cómo afronta el trabajo. Quizás sí es cierto que quien avanza más rápido a la hora de formarse es quien viene de la carrera, pero alguien de FP con mucha pasión puede llegar a avanzar igual de rápido. La formación universitaria establece bases a largo plazo, eso hace que la cabeza del programador resuelva puzzles más complejos. La gente de FP viene conociendo mejor las herramientas del día a día», cuenta la directora.

Y nuevamente, lo importante del contexto y de lo que hay detrás de los títulos o de la falta de ellos. «Puede venir alguien con matrícula de honor en la carrera, pero que luego no ha hecho nada más que estudiar esa carrera. Y luego, otra persona con notas más discretas, pero que mientras tanto hizo sus propias aplicaciones por su cuenta, ha investigado, ha formado parte de otras cosas… Esa persona va a brillar siempre«. Explica Isabel que en las entrevistas siempre preguntan al candidato por lo que va más allá de lo académico buscando esas señales.

Sobre qué itinerario debería escoger alguien que se plantee trabajar como programador, Isabel cree que «no hay que guiarse por lo que dice el mercado, sino por si es algo por lo que se es capaz de pasar toda la vida aprendiendo». Pasión sostenida a muy largo plazo.

«La ingeniería te da una visión más holística, y para alguien a quien le guste la informática, es Disneyland. Es donde más podrás aprender, ver, tocar… De todo. Te da formación generalista en un campo. La FP en cambio te da una formación my concreta y especializada. Y el mercado laboral actual no valora la visión holística, no la paga», explica Bonilla. «Yo a mis hijos les recomendaría cualquier opción si es la que les gusta, pero que la escojan de forma realmente consciente».

La FP permite trabajar programando desde el primer día, la Universidad establece bases mucho más amplias para hacer algo más que programar

Los estudios académicos especializados, ya sean vía FP o en la universidad, pueden extenderse 2, 3, 5, 7 años. Para Santiago, un tiempo muy corto en comparación al que una persona promedio tendrá que dedicar a su trabajo. «Tus ganas de aprender son mucho más importantes que lo que aprendes en esos años, y más en una empresa como la nuestra, que siempre decimos que contratamos a alguien para que se jubile con nosotros. Hoy menos que nunca tus estudios determinan tu carrera para el resto de tu vida. Te puedes equivocar al escoger qué estudiar, no es definitivo. Lo determinante es el hambre y la inquietud que tengas para seguir aprendiendo». Formación constante hasta el mes anterior a la jubilación como perspectiva para cualquier programador, venga de donde venga.

¿Y si alguien quiere dedicarse a la programación pero no contempla la formación constante, sino anclarse en lo aprendido durante la vida académica? El abismo. «Si te estancas dos años, te quedas fuera de mercado», remata Isabel. «Quizás incluso estés acomodado en un proyecto, pero si ese proyecto se acaba y te has quedado ahí durante un tiempo, cualquier otro programador que se haya mantenido te va a superar».

David resume el debate entre escoger una u otra opción con la necesidad de plantearse un por qué. «Al final, hay que preguntarse para qué vas a la universidad. ¿Para programar? ¿Para tener una visión muy amplia? Este último es un objetivo muy guay, pero luego no te sorprendas si en el mercado laboral hay cierto desajuste».


La noticia

Aprender a programar vía FP o cursar Ingeniería Informática: entre el sentido práctico y la visión holística

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Javier Lacort

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