Xataka – Acabamos de encontrar un diminuto diamante formado a 660 kilómetros de profundidad. Y no es lo más alucinante
Es duro reconocerlo porque, en fin, llevamos agujereándolo desde que el mundo es mundo, pero no sabemos ni la mitad de la mitad de las cosas que necesitaríamos saber sobre la geología profunda de este planeta al que llamamos casa. Tanto es así que un pequeñísimo diamante encontrado en una mina de Botswana puede darle la vuelta a todo lo que creíamos saber sobre el manto terretres. Agarraos que viene marejada.
Desechos de joyería, joyas para la ciencia. Porque ni siquiera hablamos del diamante entero, sino de un pequeño defecto dentro de él. Y es que estos defectos (que son desechados en joyería porque ‘emborronan’ la pieza) aportan mucha información si sabemos interpretarla.
En este caso, esa pequeña ‘inclusión’ con forma de ojo de pez es más que un corazón azul rodeado de una neblina blanca; es una imperfección que sugiere que el manto de nuestro planeta contiene una cantidad de agua equivalente a seis veces la de todos los océanos de la Tierra.
El más difícil todavía. Como recordaba en Scientific American Suzette Timmerman, geoquímica del manto e investigadora postdoctoral en la Universidad de Alberta, «es increíblemente raro encontrarnos un diamante súperprofundo» (la gran mayoría de los diamantes se forman entre 150 y 200 km de profundidad, este tiene su origen a unos 660). «Tener inclusiones es aún más raro», explicaba. Pero es que encontrar una inclusión de ringwoodita es sencillamente alucinante.
Esto se debe a que la ringwoodita solo se produce a altísimas presiones (es decir, la zona donde se produce está mucho más abajo de donde se producen los diamantes). Tanto es así, que lo normal es que solo podamos estudiar la ringwoodita que recogemos de ciertos meteoritos. Encontrarlo todo junto es algo extrañísimo.
Pero ¿qué significa realmente todo esto?. Sobre todo, porque la forma más cabal de entender este fenómeno es asumir que, como decía, el manto está empapado. Desde 2014, los científicos llevan intentando comprender si las pocas muestras de ringwoodita terrestre y la humedad que tienen asociada eran un fenómeno local o algo que se extendía a todo el planeta. Este diamante, encontrado muy lejos del resto de muestras, parece confirmar lo segundo: en el manto hay mucha agua. Mucha.
Y esto es importante porque, aunque ese agua está encerrada en la estructura geológica (es decir, no se trata de un enorme océano subterráneo), juega un papel fundamental en el ciclo del agua aquí en la superficie. Al ciclo del agua, a la tectónica de placas, a la actividad volcánica y a muchas cosas más que ahora mismo no podemos ni empezar a intuir.
Imagen | Tingting Gu
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Acabamos de encontrar un diminuto diamante formado a 660 kilómetros de profundidad. Y no es lo más alucinante
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Javier Jiménez
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