HardZone – ¿Cómo y por qué usar un SSD USB en tu consola Xbox Series?
Los SSD NVMe son la mayor novedad de la consolas de nueva generación entre las que se incluyen las nuevas Xbox. No obstante, esto lleva a ciertas confusiones y creemos que es importante aclarar que no vale solo con conectar un SSD USB a tu Xbox Series para aumentar su capacidad de almacenamiento, por ello os vamos a explicar por qué no se trata de una limitación artificial.
Si tienes una Xbox Series X o una Series S te habrás dado cuenta de una cosa: en nada el almacenamiento de la consola está totalmente ocupado y tienes que estar instalando y desinstalando los juegos todo el rato a medida que los vas jugando. La única solución es comprar las tarjetas de memoria oficiales que son extremadamente caras. ¿Se puede hacer algo ante esto? A simple vista es comprar un SSD USB para tu Xbox, al fin y al cabo funcionaban en la generación anterior, pero te das cuenta que con la nueva no es así.
¿Por qué no podemos utilizar un SSD USB en Xbox Series?
El motivo de ello tiene que ver con la interfaz de comunicación empleada, los SSD NVMe hacen uso de la interfaz PCI Express, la cual tiene la capacidad de acceder a la RAM del sistema, lo cual es esencial para poder ir volcando los datos desde la memoria de la unidad de estado sólido a la RAM a medida que se hacen peticiones de datos. No solo eso, sino que la GPU también tiene acceso al controlador PCIe para poder acceder al SSD NVMe. En otras palabras, dicha interfaz tiene acceso a la APU y la RAM principal de la consola.
El USB, en cambio, para acceder a la RAM necesita pasar por el Southbridge y, por tanto, por la IOMMU y el proceso es mucho más lento y de mayor latencia. En un juego es importante que los datos estén a tiempo y si no lo están es fatídico. Sumadle a esto que el procesador gráfico no tiene acceso al USB y que estamos hablando de una diferencia en la velocidad de transferencia de casi una orden de magnitud, así que dicho esto ya tenemos la respuesta. No olvidéis de paso que las velocidades en el USB se dan por Gbits por segundo o miles de millones de bits por segundo, mientras que en el PCI Express se expresa en Gbytes por segundo, siendo cada byte 8 bits o un octeto.
Por lo que nos encontramos con una interfaz demasiado alejada, afecta negativamente a la latencia, sin acceso a la GPU y demasiado lenta para utilizarse en Xbox Series.
La compatibilidad hacia atrás
Las nuevas Xbox Series son compatibles hacia atrás con la generación anterior. Esto significa que una buena parte de su catálogo no está optimizado para las altas velocidades de un SSD NVMe y, por tanto, los podemos ejecutar en un disco duro o un SSD externo. ¿La contrapartida de esto? Vamos a perder capacidades como las cargas extremadamente rápidas o el Quick Resume que nos da la consola de Microsoft.
A esto hay que añadirle el hecho de que si a un juego le han añadido el parche para aprovechar las capacidades de la nueva generación entonces solo lo podréis cargar desde el SSD NVMe interno o desde las tarjetas de memoria oficiales de Xbox. Tened en cuenta que existe el llamado Smart Delivery, en el que se nos baja automáticamente la versión del juego optimizada para nuestro modelo de Xbox. No te preocupes que la interfaz de la consola te avisará cuáles son.
Por lo que los tiempos de carga de la anterior generación, si no te molestan, te permitirán mover los juegos para las anteriores Xbox a un SSD USB.
¿Cuáles son los SSD USB recomendados para Xbox Series?
Lo primero que has de tener en cuenta es que ambas Xbox Series disponen de un puerto USB 3.1 del tipo A con una velocidad de transferencia de 5 Gbits/s para conectar periféricos incluyendo almacenamiento externo, por lo que comprar una unidad con un ancho de banda más alto no tiene sentido y sobre todo si has de pagar de más por una velocidad que la consola no va a utilizar.
El modelo de SanDisk que os mostramos es ideal para poder almacenar los juegos de Xbox One y 360 en una unidad aparte y dejar espacio para los de la nueva generación, su coste por la misma cantidad de almacenamiento es la mitad de lo que os costaría comprar la tarjeta de memoria oficial. Eso sí, recordad que estas opciones de almacenamiento no sirven para jugar a los juegos de Xbox Series.
Otra opción es el WD Black D30 de 1 TB, pero este tiene menos sentido desde el momento en que la interfaz USB de Xbox no puede ir más allá de 625 MB/s y, por tanto, no va a aprovechar esos 900 MB/s. Sentimos decirlo, pero vas a acabar pagando de más por un ancho de banda que tu consola no puede aprovechar.
Por lo que nuestra mayor recomendación es el Game Drive de Seagate, el cual nos da una capacidad de 2 TB de almacenamiento.
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